En homenaje a A mi perro ROCKYGracias a Claude |
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Un perro, hija mía, es ternura en cuatro patas, un corazón que sólo late por ti bajo un pelaje tembloroso. Es una mirada sobrecogedora que se aferra a la tuya para sellar un pacto definitivo de lealtad. Es el perdón permanente de la ofensa, y el olvido del sufrimiento. Entrega incondicional. Es una presencia atenta, un cerebro que comprende, un instinto que prevé, una percepción que adivina. Es sumisión humilde ante la coacción. Una ternura que busca apoyo. Es el banco del corazón que no falla. La suma de virtudes que los hombres han olvidado. Es la discreta seguridad de una presencia. La certeza de una participación total en la alegría y en la tristeza. Es lo que queda cuando todo nos abandona. Es el reflejo de una santidad perdida en la tierra. Es la confianza que no puede condenar, simplemente porque ama. Es la expresión de la bondad de Dios, que tomó a este animal para que el mundo supiera que existe. El perro es una sombra de dolor que vaga entre las tumbas en busca de su amo perdido. Hijo mío, ya ves, el perro es un amor inmenso que sobrevive a la muerte y este animal necesita mucha bondad. Aprendamos a comprenderle. Abramos nuestras casas y nuestros corazones al perro que no sabe mentir. Es una caridad que merece la pena porque no hay contraindicaciones. |