Chiribaya Dog

No está reconocida por la F.C.I.

Origen
Perú
Traducción
Francis Vandersteen
El Perro Chiribaya o Pastor Peruano fue una raza canina precolombina del suroeste de Perú, identificada por las 42 momias descubiertas por la antropóloga Sonia Guillén Oneglio en el distrito de Ilo, región de Moquegua, en la costa sur de Perú. Se ha establecido que se trataba de un perro pastor de llamas. Los perros no sólo eran una parte importante de la estructura social de los antiguos peruanos, sino que también recibían un trato especial tras la muerte. Esta variedad canina ha sido mencionada en varios documentales en español con distintos términos, como el perro pastor Chribaya y el pastor Peruano, aunque los antiguos peruanos no pastoreaban ovejas. Su nombre original es desconocido (se le ha denominado de forma más ambigua perro peruano o perro del Perú, pero también se ha aplicado a una variedad sin pelo existente pero antigua, denominada con más detalle perro sin pelo del Perú, o perro peruano sin pelo, favorito en las exposiciones caninas sudamericanas).

Los perros han aparecido enterrados en cementerios junto a momias humanas de la cultura Chiribaya, que floreció en la costa sur de Perú, y que parecen haber enterrado a sus mascotas con todos los honores de un amigo y compañero leal. El hallazgo se produjo gracias a las investigaciones de Sonia Guillén, especializada en el estudio de momias antiguas de las pujantes culturas precolombinas de los Chachapoyas, a orillas del río Moquegua. Las momias datan del periodo "tardío", entre los años 900 y 1350 de nuestra era.

En la zona portuaria de Ilo se encuentra el Centro Mallqui (del quechua "momia"), dedicado a la investigación de la cultura Chiribaya. Esta sociedad se desarrolló como un cacicazgo. Su territorio tiene una característica que hace soñar a los arqueólogos: su suelo es extremadamente seco y contiene grandes cantidades de nitratos, lo que garantiza la conservación de los restos físicos de quienes vivieron allí.

Sonia Guillén sostiene que la tumba de una persona refleja su posición social, política y religiosa dentro de su sociedad. En el caso de estos perros, las tumbas sugieren que, habiendo vivido una vida productiva en la civilización chiribaya, recibieron un buen trato, vivos o muertos.

Ermanno Maniero, presidente del Kennel Club del Perú, y Viviana Fernández, veterinaria de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, examinaron meticulosamente las momias halladas y determinaron que estos perros tenían patas cortas y eran más largos que altos, presentaban una abundante variedad de colores de pelaje que podía variar del amarillo al rojo, algunos con manchas oscuras en el lomo o la cabeza, tenían las orejas recortadas y afeitadas y los pies como los de una liebre, lo que permitía al animal desplazarse por la arena o la tierra con menos esfuerzo, una cualidad quizá importante en el entorno chiribaya.

En un reportaje, la BBC informó de aún más características: el perro era pequeño, tenía el hocico largo, era de color beige, con pelaje largo y se parecía a un Golden Retriever pequeño.

Los chiribayas evolucionaron en las regiones costeras, con el aprovechamiento de la pesca y otros recursos marinos, pero también en la agricultura, incluido el uso intensivo de la ganadería. Textiles y petroglifos representan la actividad agrícola chiribaya centrada en la llama, lo que subraya la importancia del perro "pastor" en su sociedad. Según las investigaciones de la genetista Jane Wheeler, que trabajó en el valle medio de Ilo y estudió los restos de llamas y alpacas de la región, los chiribayas criaban un tipo de llama de pelo largo y fino, pero fue ignorado por los conquistadores españoles, que utilizaron estas llamas como animales de carga, provocando su desaparición. "Al tener tantas llamas, los chiribayas necesitaban perros pastores, y entonces se convirtieron en colaboradores del pueblo para que sus muertes produjeran honor", dice Sonia Guillén.

Martha Meier Miró Quesada, periodista, productora y directora de documentales, y su equipo pudieron registrar en imágenes los hallazgos e investigaciones de Sonia Guillén, y en 2006 produjeron un documental titulado El Perro Pastor Chiribaya.

Las momias de los perros Chiribaya llevaron a los investigadores a la hipótesis inicial de que aún hoy existen descendientes de esta variedad. Esto parecía anecdótico, confirmado por la similitud entre los restos conservados y numerosos perros que viven en el puerto de Ilo, el valle de Tambo y la localidad de Mollendo (departamento de Arequipa).

Incluso "Abdul", el perro guardián del Centro de Mallqui, podría descender de perros chiribayas. Su pelaje amarillo, orejas caídas y hocico corto coinciden con las características de las momias. Martha Meier llamó la atención sobre este detalle, afirmando que los perros locales llamados chusco coinciden con las características conocidas de un perro chiribaya, por lo que no sería de extrañar que con el paso de los años esto se hubiera extendido por todo Perú: "Lo que estamos haciendo ahora es recuperar la pureza de la raza canina, por lo que vamos a empezar a trabajar para recoger el ADN de los perros de la región de Ilo para compararlo con las momias, y luego iniciar un proceso de selección y envejecimiento. El trabajo llevará varios años, pero vale la pena", afirma el cineasta. Sin embargo, el estudio genético aún no ha respaldado esta idea.

Un estudio del ADN mitocondrial de perros chiribaya momificados encontró tres haplotipos, dos de los cuales no se habían encontrado nunca y estaban ausentes en muestras de perros actuales, y el otro también en perros de otros continentes. Esto sugiere que los perros modernos de la región no están estrechamente emparentados con los antiguos perros Chiribaya.

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