Para actuar o saber más: Lévriers en Détresse 11 rue de la République - BP 73, 58400 La Charité-sur-Loire +33 03 86 69 67 35 Galgos en apuros - Animales en apuros |
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Ver Madrid y morir, ¡una realidad mortal para un millar de galgos españoles cada año! Este texto es casi un reportaje, casi ficción, pero todo lo que cuenta es verdad. El autor ha elegido darle vida a través de los ojos de un galgo. Un galgo arrojado a las calles de Madrid y que descubre que allí es más fácil morir que vivir... | |
Arrojado a las calles de la ciudad. Baches, olor a gasolina, sacudidas, curvas que te tumban y ese olor a gasoil y tierra seca mezclados. Y de repente, los frenos te golpean, los gruñidos y ladridos de dolor cuando un hombro frágil choca contra el metal recalentado. Las mandíbulas golpeándose contra el vacío. El miedo. Luego la luz, deslumbrante tras esas horas de apestosa oscuridad. Algunos no pudieron contenerse. El camión huele a orina. Gritos, golpes de palos en la carrocería, palmas, golpes, más golpes. Lo mismo que cuando embarcaron, y frente a ellos: un espacio desconocido. Bordeado de casas enormes, casi sin árboles y sin tierra que pisar. Sólo asfalto apestoso y hormigón. Y monstruos estruendosos que pasaban a una velocidad de vértigo, en una vertiginosa variedad de formas y colores. Huyendo. ¿Hacia dónde? A ninguna parte. Pero lejos, lejos de los torturadores, lejos de las palizas, lejos del hambre. Pero cómo alimentarse en este bosque de cemento donde hasta los árboles están enjaulados. No hay matorrales, ni madrigueras, ni conejos. Sólo unos cubos de basura escupiendo desperdicios. Tienes que luchar. Hay muchos candidatos. Sólo el más fuerte o el más curtido comerá. Para los demás, todos los demás, la mayoría, será hambre y sed. A menos que haya un arroyo acogedor a cierta distancia. De repente, suena la alarma. Los hombres se acercan. ¿Los mismos hombres? Otros, pero no mucho mejores. Los empleados de la perrera. Están allí con sus redes. Es una carrera loca hacia otro día de angustia y hambre. Hacia otra muerte en una esquina, arrebatada por una máquina de hierro que grita. Y no se detiene. No se para por un perro, y mucho menos por un galgo. Puede morir, con los riñones rotos, la sangre derramada sobre el asfalto indiferente. Son tantos... El hombre a veces trae comida, raramente medicina y aún más raramente libertad. Pero hoy es un hombre diferente. No siente la violencia ni la muerte. Este hombre trabaja para una asociación de rescate de galgos. Ha conseguido "liberar" a algunos galgos. Frente a los demás, apáticos, desconcertados o llenos de esperanza, se lleva a algunos de ellos de este infame corredor de la muerte. Tal vez los demás se marchen en un futuro viaje. Pero si no... Si no, se unirán a los miles de cadáveres de galgos que desfiguran España, y le dan ese olor a muerte que está por todas partes, desde sus campos infestados de cazadores hasta sus plazas de toros donde la muerte y el sufrimiento ocupan el lugar del espectáculo para unos seres a los que me repugna especialmente calificar de humanos. Los galgos que han abandonado el infierno de la perreira se dirigen hacia otro destino. Al final de este nuevo camino, hay otra vida. La libertad, la partida hacia otros horizontes, hacia otros países donde los galgos no son sólo herramientas que se tiran a la basura después de haber sido explotados y martirizados. Estás a punto de recibir a uno de estos supervivientes de la caza y de las prácticas de las comunas españolas. Lo espera todo de ti, ante todo que le trates como a un ser vivo, como a un perro, cariñoso, paciente y leal. ¡De ti depende no decepcionarlo! |