En homenaje a

IDA nos ha dejado


Gracias a

Pat y Daniele

Era una bolita blanca.

Siempre elegante.

Y sin embargo su andar no era precioso.

Sobre todo cuando se abalanzaba sobre los gatos, que no se inmutaban en absoluto.

Nos hacía reír con sus mímicas y sus miraditas de payaso, sus ladridos insistentes y sus poses, que tenía el secreto de emocionarnos.

Cuando IDA estaba contenta, movía la cola como un abanico...

La casa estuvo muy bien ventilada durante los 13 años y medio de su vida.

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