En homenaje a Mi Chucky, mi ángel, mi amigoGracias a La Loba |
Pronto hará un año, mi hermoso amigo, desde que te fuiste. El 24 de abril de 2004, acurrucado contra mí, diste tu último aliento de vida. La vejez se te llevó... Me diste 14 años de felicidad, 14 años que nunca olvidaré, 14 años que quedarán grabados para siempre en mi corazón. Sólo lamento una cosa, mi fiel amigo, y es no haber podido disfrutar contigo de las cosas bellas que la vida nos ofrece en estos momentos. Me gustaría tanto que pudieras caminar a mi lado para que juntos pudiéramos volver a morder la vida como siempre lo hacíamos cuando tus jóvenes patitas te lo permitían. Te lo debo todo, mi precioso ángel. Tenías 6 semanas cuando te estreché contra mi corazón por primera vez, y yo tenía 16 años. Desde ese momento supe que cambiarías mi vida para siempre. Por fin había encontrado un aliado, un amigo, un ángel... Prometí cuidarte siempre y a cambio tú prometiste guiarme y protegerme hasta que naciera la mujer que llevaba dentro. Yo cumplí mi promesa y tú cumpliste la tuya. Me diste la fuerza para luchar por mis sueños. Tu espíritu fogoso, tu temperamento disuasorio y rebelde, tu lealtad ejemplar, el respeto que te mostraban los humanos y tus compañeros caninos fueron un ejemplo para mí. Me contagiaste la pasión por descubrir el mundo canino, me diste el impulso para comprender a mis hermanos de cuatro patas. Me hiciste querer vivir en el campo y vivir en armonía con los animales. Desarrollaste en mí un amor tan grande... Hoy, a los 30 años, soy dueña de mi propia casa y de un negocio que por fin ve la luz. El trabajo de adiestrador de perros llena mi vida y todo lo que he conseguido hoy te lo debo a ti. Me abriste los ojos y me ayudaste a ver más allá del perro. No hay palabras lo suficientemente poderosas para expresar la gratitud que siento hacia ti. Te echamos de menos, mi hermoso amigo, todos tus amigos humanos siguen hablando de ti, todos tus amigos caninos recuerdan al leal líder de la manada que siempre fuiste... Vives en nosotros y en la compañía que lleva tu rostro. Ahora descansas en nuestra tierra, junto a la sabia Esmeralda y la dulce Shannie. Seguro que aún te tomas en serio tu papel de protector, y que debes cuidar de ellas e incluso de nosotros. Te echo de menos, mi viejo lobo, y gracias, gracias por compartir mi vida tan sabiamente. Te quiero, mi ángel. |