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En homenaje a FanorGracias a Lilly |
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Cuando era niña en Bretaña, ¡conocí a un perro que podía hablar! Era un gran labrador beige llamado Fanor. Sus dueños, unos jubilados muy modestos, vivían en una gran habitación individual al borde del campo y eran muy felices. Su habitación individual estaba reluciente, ordenada e inundada de luz solar. Eran muy entendidos, conocedores de la naturaleza y de todas las plantas que crecían allí. Me encantó comer las setas rosas del prado que acabábamos de recoger. Su perro Fanor les seguía a todas partes como un niño muy atento y ¡lo entendía todo! Cuando, al final de la comida, su amo compartió con él un trozo de queso y le preguntó: « ¿Quieres más? » Fanor ladeó la cabeza y dijo muy claramente: «Venga... vamos... ¡¡!! » Y así hablaba este perro ! Oh, cómo me gustaba aquella casita bajo los avellanos donde bebíamos la «frênette» preparada por mis amigos. |