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Dedico este poema a Inoit, un perro muy llorado.
Te encontré, un mediodía, Mirando triste y delgado, Salí. Te habías ido.
Te esperé. Por fin volviste. Me lamiste la mano. Y nos hicimos amigos.
Tu amo te golpeó No te quería más Nunca ladraste, Ni siquiera para mostrar tu alegría,
Decidió sacrificarte. No eras muy viejo. Acababas de hacer hermosos bebés. Pero todos fueron robados.
Un hombre te salvó de la jeringa. Pero escapaste, Para encontrar a tu amado amo, Aunque estuviera loco,
Así fue como Terminaste en mi casa. Mi padre no quería retenerte, Y para mí, abandonarte estaba fuera de la cuestión,
En mi puerta, toda la noche gritaste, Mis lágrimas fluyeron rápidamente, ¿Por qué te até a mí? ¿Por qué no estuve cerca de ti?
Al día siguiente mis ojos se abrieron, Corrí hacia la ventana, Una sonrisa se extendió por mi cara. Podrías haberme enviado a pastar.
Cuando salí, Me miraste, lleno de esperanza, Vine a verte Querías seguir siendo mi amigo.
Un año después Mi pequeño Inoit Nos dejaste Yo estaba lleno de desesperación.
Tu último aliento fue respirado sin mí, Quería tomarte en mis brazos, Una última vez Para que pudieras ver que me preocupaba por ti.
Pero sé que, en el fondo, Pensaste en mí otra vez Y que sabías que te amaba. Sé que, si volvieras, me perdonarías.
Durante ocho años, fuiste golpeado... Durante un año, viviste... A los nueve, moriste... Y por mucho tiempo, estarás en mi corazón.
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