Adoptar un animal abandonado


A veces es prudente dejarse aconsejar por un conductista, que en 1 o 2 entrevistas, informa a los nuevos propietarios de las actitudes correctas hacia un animal momentáneamente demasiado perturbado por el abandono.


Quiero dar las gracias especialmente a Madame Danièle Mirat, comportementaliste

 

Esta maravillosa iniciativa puede convertirse en una pesadilla si no te informas sobre los errores que no debes cometer al adoptar un animal abandonado.
Acogerlo sólo para rechazarlo 15 días después sería una experiencia traumática más, tanto para ti como para el perro o el gato.

Hay que tener en cuenta el entorno, la disponibilidad y las expectativas del animal cuando se visita el refugio. Elegir bien la especie (perro o gato), la raza y el tamaño del animal que vas a acoger garantizará una relación duradera.

- Elegir bien

Un perro grande y de pelo largo, por ejemplo, es atractivo, pero necesita espacio en casa y en el coche, un poco de terreno para retozar, tiempo para dar largos paseos, aseo regular y un presupuesto considerable para comida.

Un perro de compañía pequeño, si lo saca al menos tres veces al día, se adaptará más fácilmente a un piso que un husky, un Boyero de Montaña Bernés o un perro de caza.
Algunas razas con características especiales, originalmente seleccionadas y desarrolladas por criadores (por ejemplo, los perros pastores especializados en la guardia, la defensa o el pastoreo de rebaños), necesitan un amo muy atento capaz de adiestrarlos con «puño de hierro en guante de terciopelo»; también hay que darles suficiente actividad para compensar su falta de trabajo. Si vives con tus padres o con tu pareja, debes estar seguro de que el animal será bien recibido. Si tiene hijos, debe averiguar si el animal ya ha sido presentado a ellos y cómo se ha comportado con ellos.
El futuro «acogedor» también debe saber que ciertas razas de perro o gato tienen temperamentos que pueden no caerle bien. Con un gato siamés, por ejemplo, ¿podrá convivir con su apego exclusivo?
Es raro que los refugios o asociaciones conozcan con precisión el origen de los animales que acogen.

Algunos propietarios no han podido comprender las razones del comportamiento indeseable de su perro, como la destructividad, la agresividad, los ladridos y la suciedad, por lo que lo rechazan.
Otros, al ver que la bolita de pelo que les hacía chasquear ha crecido mucho, que hay que sacarla, alimentarla, en definitiva cuidarla a diario, prefieren deshacerse de ella.
Los gatos, en cambio, son abandonados sobre todo cerca de casa por dueños que se mudan o se van de vacaciones. Piensan erróneamente que el gato será más feliz cerca de su antiguo hogar y que encontrará su propia comida.
¿Por qué y cómo ha sido abandonado el perro o gato que has decidido acoger? Probablemente nunca lo sabrás, pero es seguro que ha sufrido, y necesitará tiempo para recuperar su equilibrio y su confianza en los humanos.
En primer lugar, ha vivido el desasosiego de perder el norte con sus antiguos amos, a veces de vagabundear antes de ser recogido, a veces ser maltratado, y sin duda el sufrimiento de una estancia en un refugio con condiciones de vida difíciles.
Algunos perros son calificados de «agresivos» o «mordedores» sólo porque gruñen o enseñan los colmillos, y algunos gatos porque «escupen» o arañan. Muy a menudo se trata de reacciones naturales que forman parte de los códigos de comunicación de las especies. Algunas formas de agresividad pueden haber sido «instaladas» en el animal, en un entorno emocional tóxico o como resultado de una educación deficiente o inexistente; otras veces es el estrés de estar encerrado entre rejas...

Por lo demás, cuando vayas a recoger a aquel cuyos ojos infelices te han tocado, prepárate para el futuro con estos pocos consejos.

- Los gestos adecuados

No te pases de tierno y establece las normas adecuadas para unos dueños responsables, comprensivos y respetuosos, pero no seas demasiado permisivo sólo porque este animal ya ha sufrido demasiado.
En el coche, es buena idea poner a tu mascota en una caja de transporte, para que se acostumbre a tu voz y a tus olores.
No dejes que los niños hagan demasiado ruido, ya que necesita tranquilidad para aliviar su estrés.
Si se encuentra mal durante el viaje, no intentes tranquilizarle, ya que sólo conseguirás que se dé cuenta de que tiene razón al asustarse.
Si se trata de un perro, tómate el tiempo necesario para sacarlo a pasear por un lugar tranquilo, sin soltarlo, por supuesto: es demasiado pronto para eso. Llámale por su nombre con voz suave y elógiale si hace sus necesidades.
En cuanto llegue, deja que descubra tu espacio vital a su ritmo y los lugares permitidos y los que no.
Si es un perro, dale enseguida un lugar con su cesta, sus juguetes y su bebedero. Elige un rincón tranquilo donde pueda refugiarse y descansar sin miedo, y donde no le molesten (sobre todo los niños, a los que debes enseñar a respetar a los recién llegados). No en una zona muy transitada (entrada, pasillo, pie de escalera) donde puedas controlar los movimientos de todos y donde el animal no esté subordinado; tampoco en ninguna habitación, que debe estar reservada a los humanos.

Desde su primera comida (siempre después de la tuya), asegúrate de que come tranquilo y solo, dándole tiempo para que se adapte a su nuevo alimento (probablemente no al que está acostumbrado). Una vez que tu perro tenga su cuenco, no se lo quites nunca con el pretexto de demostrarle quién manda. El perro lo ha esperado, y una vez que se lo has dado es suyo. Podría temerte y volverse agresivo, lo que sólo estaría motivado por el miedo a una persona imprevisible. No fuerces el contacto si tiene miedo, no precipites nada, necesita tiempo para recuperar la confianza, deja que se acerque a ti poco a poco. Puede que haya sido acosado por humanos machos o maltratado por niños y aún les tema.
El tiempo, la paciencia y la comprensión le ayudarán a calmarse.
Si es desordenado los primeros días, no te enfades, es un signo de angustia y necesita tiempo para adaptarse. Si ha hecho sus necesidades por la noche o durante el día en tu ausencia, límpialo fuera de su presencia. No le regañes, ya que un perro no puede asociar tu enfado actual con sus acciones pasadas.
Si es un macho y levanta la pata sobre un mueble delante de ti, dale inmediatamente un fuerte ¡NO! con voz enfadada. Sólo puedes manifestar tu desacuerdo cuando pilles al animal in fraganti, nunca después.
En cuanto al gato, enséñale dónde está su caja de arena, así como su bebedero y su cuenco, colocados a una buena distancia.
También debes dejar claro que tu gato no debe subirse a la encimera, a la mesa de la cocina o del comedor; prohíbele entrar en la habitación del bebé, etc. Su gato pronto entenderá los «buenos modales»...
Tras ser abandonados, los perros temen la ausencia de su nuevo dueño. Por eso hay que prepararlos con delicadeza para las separaciones temporales.
Cuando te quedes en casa, empieza por acostumbrarle a no pegarse a ti y a permanecer un rato en otra habitación. A continuación, enséñale que tus salidas van siempre seguidas de regresos: para ello, sal de casa sin mirarle ni hablarle, quédate fuera unos minutos y regresa siempre con una actitud neutra, sin responder a sus estallidos de alegría. Después, aumenta gradualmente el tiempo que estás fuera.
En resumen, para recuperar su equilibrio, estos animales necesitan dueños indulgentes, tranquilos, pacientes, cariñosos pero no excesivos, y que sepan sugerir normas de convivencia respetuosas con el animal.

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