Agradezco especialmente al Sr. Gilbert Dumas este magnífico texto.
Al fondo del viejo refugio, en un nicho de madera...

En el fondo del viejo refugio, en un nicho de madera, desde hace dos años me purgo por haber creído demasiado en ti.
Cada día te espero, segura de que vendrás, cada noche me duermo sin ti.

Y qué pasó el 16 de junio, feliz como eras.
Te recuerdo silbando y cantando mientras hacías mis maletas y me atabas delante de aquella iglesia.

Tu ausencia me pesa y los días son muy largos.

Mi cuerpo está agotado y mi corazón abatido, ya no disfruto de nada y me estoy poniendo tan fea que nadie querrá adoptarme.

Me encadenaste o me encerraste, me dejaste durante días sin comer ni beber, a menudo dormía en mi perrera sin ti, paralizada, rígida de frío.

Pero si vuelves, nos iremos juntos, atravesaremos juntos la puerta de la prisión que ya no quiero ver y en la que, por desgracia, he aplastado tanta negrura.

Ahí termina mi sueño, porque veo a lo lejos al cuidador y al veterinario, están entrando en el corral y sus caras pálidas dicen mucho de lo que nos traen.

Estoy feliz, ya ves, porque en unos momentos voy a olvidarme de todo y, al igual que hace dos años, me dormiré sobre ti, mi único gran amigo, dormiré para siempre gracias a la eutanasia.

Tengo una oración para todos los humanos.
Matarme de niño habría dolido a mi madre, pero habría sido mejor para mí de esta manera.

Y vosotros no habríais tenido que hacerlo hoy.

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