Me gustaría dar las gracias especialmente a Marie-Noëlle por este testimonio. | |
A pesar de todos nuestros cuidados, Erol nos dejó el 6 de febrero de 2003. | |
Hoy hace una semana que Erol falleció. Todavía estoy muy triste, no soporto pensar que no le veré más, que todo ha terminado. Todavía es muy, muy doloroso, creo que pienso demasiado en ello. Por su edad, habría cumplido 14 años el 10 de agosto, el día de San Lorenzo para ser exactos, el día que celebra Laurent, mi hijo pequeño. Ahora tiene 26 y esta pérdida también le ha afectado mucho. Erol empezó a tener problemas hace dos años, y no han hecho más que empeorar últimamente. En primer lugar, tenía reumatismo, que le deformó las patas delanteras, por lo que le resultaba muy difícil andar en los últimos días. Luego vinieron las secuelas de su operación de hernia perineal, que le causaron problemas de corazón. Me vi obligado a darle pastillas para el corazón durante casi dos años y al final dejó de tomarlas. La operación había ido bien, y pensábamos que todo iría bien después, pero no se estaba curando bien de la operación, así que estábamos constantemente dándole cuidados para su parte trasera. El miércoles por la noche, llevé a mi perro junto a la cama para que se durmiera al lado de mi marido, no sé por qué lo hice, nunca suelo llevármelo a dormir. Vendría por su cuenta, pero pensé que disfrutaría durmiendo junto a su amo como hacía habitualmente. A menos que fuera sólo una corazonada, su última noche con nosotros. Entonces, el jueves, llegó el horror, a las seis de la mañana mi marido se despertó como de costumbre y me llamó, diciendo "Erol, Dios mío, mi perro", me levanté a toda prisa y por todo mi piso había sangre, en todas las habitaciones, parecía que lo habían vaciado; mi marido corrió hacia Erol, luego me dijo "está bien, está vivo, todo está bien, me asusté. Tuve una visión de pesadilla en la que la sangre se derramaba por todo el piso y mi Erol parecía tan débil. Lo limpié con un poco de agua y lo llevé al veterinario al que había llamado mientras tanto... Mis pensamientos en ese momento estaban más que confusos entre la idea de la muerte como liberación para él y el regreso de mi Erol en mejor estado tras la visita al veterinario. Pero tenía mucho miedo, la verdad. Mientras me iba, me lo pensé pero realmente esperaba que el veterinario encontrara una solución milagrosa. Omitiré los detalles del final de su vida, con la cabeza apoyada en mi brazo, lloré tanto que el sufrimiento que estaba experimentando se hizo insoportable. Todavía hoy, mis lágrimas no dejan de brotar, no puedo aceptar su ausencia. |