En homenaje a Desde Sissi hasta NathalieGracias a Cyriel a Nathalie |
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Me conociste cuando apenas tenía 15 días, y te dijeron que vinieras a verme regularmente hasta que pudiera dejar a mi mamá. Y lo hiciste, y me llamaste CYRIEL, el pequeño y bonito Yorkie. Siempre has visto a mi mamá, pero yo tenía a mi papá, y por una buena razón, que descubrirás mucho más tarde. Cuando llegué a tu casa, ya había otros perros, una mamá Whippet y sus hijos, que no dudó en acogerme bajo su protección, así como a sus cachorros. Y como el pequeño paquete de alegría que era, fui la ley entre ellos desde el momento en que llegué. Divertía a toda la familia. A los tres meses, empecé a enfermar y a marchitarme. Ya me habían llevado al veterinario. No dijo más que cosas malas de mí, que no sería el mini Yorkshire que esperaban, que era un "degenerado", porque en realidad mi mamá también era mi hermana y mi papá era el papá de mi mamá. Después de muchas pruebas, el veredicto fue que no viviría mucho (4 años máximo) y que mi salud no iba a mejorar, que con el paso del tiempo vendrían otros problemas. Te sugirió que me aplicaras la eutanasia a los 3 meses, o que intentaras salvarme poniéndome un gotero durante toda una noche sin esperanza, y tú, que ya me querías con todo tu corazón, te negaste en redondo a la eutanasia y me hiciste gotear toda la noche mientras te quedabas conmigo. Y por ti, resistí y lo superé una vez. Crecí lo mejor que pude, bajo la tutela de Alvina la Whippet, que me enseñó a no ladrar -brindo la mano a un Yorkie- para que nunca lo hiciera. No me convertí en un York pesando 3 kg como te dijeron, pero ahora peso 6 kg, y luego mi salud se deterioró, tuve epilepsia con insuficiencia cardíaca, distensión de los ligamentos rotulianos, y finalmente tuve metritis uterina, debido a la urea. Cada vez que tenía un ataque epiléptico, de día o de noche, me llevabas al veterinario para asegurarte de que todo volvía a la normalidad, aunque ya habías hecho todo lo posible por devolverme a mí misma. Nunca salías ni de día ni de noche sin cuidarme por miedo a que me pasara algo, así que mientras estabas en el trabajo me cuidaba mamma (tu madre). Como apenas podía andar, me compraste un bolso para llevarme a todas partes como un perro normal, y cuando íbamos al bosque, caminaba todo lo que podía y luego me metía en mi bolso. La gente pensaba que era extraño estar en el bosque y pasear al perro en una bolsa. Pero no sabían nada de mí... Luego me subieron los niveles de urea y mis riñones ya no funcionaban por sí solos. Cada mes me llevabas al veterinario para que me pusiera una inyección, como una especie de diálisis para humanos. Cuando llegaba al veterinario, hacía reír a todo el mundo en la sala de espera, porque no entendía por qué teníamos que esperar a que el médico estuviera libre, así que me arrastraba y arañaba la puerta, y cuando la abría yo lo celebraba con él, mientras los demás perros iban hacia atrás. Pero yo sabía que me iba a hacer bien. Un día me dio una metritis uterina. Me tuvieron que operar enseguida, pero tenía una posibilidad entre diez de salir con todos los problemas que tenía. Pero lo intentaste de todos modos. Y me desperté para ti, pero no por mucho tiempo, 3 días, porque al 4º día te hice entender que tenía que irme, que se había acabado para mí porque había tenido una hemorragia interna. Y como tenías el número personal del veterinario, vino en mitad de la noche para dormirme definitivamente sin dolor, contigo todavía a mi lado. El veterinario no podía creer lo mucho que viví, 10 años, sin sufrir porque siempre estabas ahí para comprenderme en cuanto algo iba mal y te asegurabas de que no sufriera. Sé que guardaba una foto mía. Es usted un amo excepcional, porque mucha gente me habría hecho sacrificar para evitar todos los problemas que usted tuvo conmigo. Pero para usted, el amor a los animales es lo primero. Hoy has recogido a otra Whippet que se dirigía al SPA, porque sus dueños se divorciaban y ninguno de los dos la quería. Y tú estabas allí. Sé que es feliz, puedo verlo. Porque no he salido de casa, porque estoy en una caja con una crucecita en uno de tus muebles de tu despacho. Y sí, sigo aquí, ese fue tu deseo por AMOR hacia mí, la SISSI que nunca será olvidada. |