En homenaje a Mi pequeña IrisGracias a Anne y Jean-Claude |
Mis dueños habían decidido, en contra de los consejos de nuestros abuelos, tener otro perro y, a pesar de todo, entré en casa para hacerles compañía con mi hermano. A lo largo de los años, les di todas las alegrías y compartí sus penas, haciéndoles reír con mis mímicas de todo tipo, y como era muy travieso, no dejé de hacerlo a menudo. Desgraciadamente, durante mi corta vida, no pude darles hijos, no quería, estaban tristes por ello. Hasta ese fatídico momento, cuando mi amo quiso llevarnos a dar nuestro paseo diario, y como me había convertido, a pesar de mi edad (8 años), en una abuelita tranquila que se tomaba su tiempo para todo, me dejé vivir en paz. Normalmente, nuestro barrio es muy tranquilo y rara vez hay coches en la calle, pero aquel maldito día, nuestra vecina, que estaba de vacaciones, pidió a la policía que vigilara su piso. El policía llegó y mi amo, que era muy confiado y no le gustaba estar atado, empezó a cruzar la pequeña carretera, cuando el coche apareció a gran velocidad y no tuvo el reflejo de reducir la velocidad o frenar, matándome delante de mi amo, qué día tan triste para ellos. Sé que mis dueños siempre piensan en mí. En la foto, estoy a la izquierda al lado de mi hermano Gaywin. |