|
Nunca olvidaré el calor y el amor que sentí cuando viniste a buscarme y me abrazaste contra ti cuando estaba a punto de morir de hambre y frío a principios de diciembre de 1999, cuando mis primeros amos me habían abandonado en la naturaleza.
Vi en tus ojos tanta dulzura y también tanto sufrimiento.
Entonces me di cuenta de que entre nosotros había nacido un vínculo y una complicidad que nada podría destruir jamás y que los dos íbamos a ayudarnos a reconstruirnos mutuamente.
¡Qué felices fuimos juntos durante esos nueve años!
Hace dos años, fuimos a buscar a Benny.
Dijiste que sería un buen amigo para mí.
En ese momento, estaba enfadada contigo, no quería compartirte.
Pero pronto me di cuenta de que tenías razón y que Benny me había rejuvenecido.
Me hubiera gustado quedarme a tu lado mucho tiempo.
Cuando supiste que no podía salvarme, tuviste la fuerza de no obligarme a someterme a un tratamiento agresivo y evitarme el sufrimiento y la angustia.
Me fui con tranquilidad y te doy las gracias por ello.
Desde el cielo de los perritos, puedo ver tu inmensa pena y eso me perturba.
Por favor, deja de llorar, pon una sonrisa y encuentra tus ganas de vivir.
Sigo contigo aunque ya no me veas y estoy bien.
Te espero y estaré allí para darte la bienvenida cuando llegue el momento.
Te quiero con todo mi corazón y te doy muchos lametones para secarte las lágrimas.
|